viernes, 25 de septiembre de 2015

Tregua (agosto de 1990)

Le temblaron las manos,  no pudo contener la mueca que su boca dibujó y sus ojos, rebeldes,
lo miraron sin parpadear por un largo rato, creo que por tres estaciones.
Él dormía sentado, abrigado con su sobretodo azul y sus alas intactas.
Él, que ni hubiera pensado volver a encontrarla, dormía mientras ella, que lo había buscado incansablemente en cada espalda, en cada Cañuelas cada mediodía,  lo fue a encontrar justo allí indefenso, dormido, en el Roca, en Banfield, tan temprano.
Y cuando tomo las suficientes fuerzas lo atropelló en el andar rápido de quien sale apurado para que la mire, ya habían llegado a Plaza; estaban frente a frente otra vez.
Ella sentía que todo temblaba, hasta su voz y él…
Su boca dibujo una mueca que no pudo controlar y sus ojos,  rebeldes, la miraron sin parpadear por un largo rato y con sus alas envolvió  su alma y la abrazó.

Y dijeron Gracias los dos al mismo tiempo.

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