Pasaron más de veinte años para
que Clara llegue a la esquina de la 15 y 78 y cruce la modestísima cerca, la
casa parecía estaqueada a los costados para que no se abriera cual caja de
sorpresas.
Caja de sorpresas, eso pensaba
Clara; cada vez que escuchaba el crujir
de alguna madera su mente llegaba en forma instantánea a esa casa. Desde chica
daban vuelta en su imaginación cientos de historias sobre ella: ánimas en el
jardín, pasos quejándose en la planta alta... El caso es que la primitiva
casilla estaba abandonada desde siempre.
Aunque los vecinos más antiguos
del lugar juraban que allí fallecieron en un incendio una mujer y su hijita de
seis años, el lugar no parecía haber sufrido el castigo de las llamas en algún
momento de su historia.
Ahí estaba Clara en el jardín
temido, pero no vio ningún fantasma. Abrió la puerta y paso como si la
estuvieran esperando, la suciedad del abandono se parecía al hollín que deja el
fuego, adentro estaba tan oscuro y frío.
Las maderas del techo crujieron, eso era cierto. Su piel ardía como de
haber tomado mucho sol, subió las escaleras sonriendo.
Este relato fue ganador del 3er Premio del Concurso de Microrelatos en Facebook, organizado por la Secretaria de Cultura de Municipalidad de Lomas de Zamora
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