viernes, 25 de septiembre de 2015

Tregua (agosto de 1990)

Le temblaron las manos,  no pudo contener la mueca que su boca dibujó y sus ojos, rebeldes,
lo miraron sin parpadear por un largo rato, creo que por tres estaciones.
Él dormía sentado, abrigado con su sobretodo azul y sus alas intactas.
Él, que ni hubiera pensado volver a encontrarla, dormía mientras ella, que lo había buscado incansablemente en cada espalda, en cada Cañuelas cada mediodía,  lo fue a encontrar justo allí indefenso, dormido, en el Roca, en Banfield, tan temprano.
Y cuando tomo las suficientes fuerzas lo atropelló en el andar rápido de quien sale apurado para que la mire, ya habían llegado a Plaza; estaban frente a frente otra vez.
Ella sentía que todo temblaba, hasta su voz y él…
Su boca dibujo una mueca que no pudo controlar y sus ojos,  rebeldes, la miraron sin parpadear por un largo rato y con sus alas envolvió  su alma y la abrazó.

Y dijeron Gracias los dos al mismo tiempo.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Bar San José

“Mañana paso a darte un beso, linda”. Estaba escrito en una servilleta sobre la mesa que ella eligió, la de todas las semanas.
Durante más de tres años no tuvieron la suerte de encontrarse; el mozo, que ya los conocía, limpio la mesa pero dejo el mensaje. Cortado en jarrita Daniel por favor, mientras leía el papel.
Saco el celular de la cartera. Abrió whatsapp y escribió “te encontré, gracias lindo, que tengas un buen día".
Lo entrañaba, realmente lo entrañaba.
Él ya estaba en la autopista casi llegando a Liniers cuando escucho su teléfono, si no era ella seria Rodri que le avisaba donde iba a estar ese día para que pueda pasar. Pero era ella.
Un poco más cerca del corazón tenía la lapicera que lo invitó a firmar la servilleta. Respiro aliviado.
La extrañaba, realmente la extrañaba.
Se escribieron de a ratos; él no le dijo nada nuevo, ella siempre leía entre líneas.
Donde nos cruzamos pregunto un globito del whatsapp. 
Él apretó el teléfono en su mano. No lo dudo. En la costanera sur y da igual si llovizna otra vez, total cubro tu alas con mi abrazo.

Se extrañaban, realmente, y se entrañaban.

VIII

Te hablaré del hombre de tu nombre.
Comenzaré por decir que me encienden
tus luciérnagas marrones.
Pasaré por tu buzón de lenguas
cartas de memoria
Llenaré con mis letras tu adentro
tembloroso y vigía
También mencionaré tu tallo
que logra mis pequeñas muertes
sonoras
De las mariposas de tu panza
no hablaré, las guardaré en el aire 
para que no se escapen
De tus alas
que abrazan aun de lejos
describiré el abrazo 
con que cubres mis alas
para que nos recuerdes
cuando quieras volar.
Y finalmente detallaré tus huellas
las que mis pies siguen jurando
que quedaron marcadas en mi arena.

VII

Permíteme hablar
de tu boca.
Tanto tiempo
mirándola,
      siguiendo
el movimiento finito
de tus labios,
      disfrutando
tu risa desde lejos.
De repente un día
            se hizo mía,
tu respiración,
tus palabras como peces
saltando felices
en la corriente
del río de tu voz.
            Y tu sonrisa,
viento de verano
que trae alivio.
Todo eso es tu boca
que fue mía alguna vez

             y para siempre.

Cercano

Detuvo su vuelo justo a nuestros pies.
Nos miro, nos canto una serenata
y la llovizna parecía
no molestarnos esa tarde,
entonces te acercaste
y nuestras caras,
nuestras manos,
nuestras almas
Nos dimos cuenta que
ya estábamos juntos hacia rato,
solo faltaba encontrarnos
frente a frente.
el cardenal se voló,
y nos dejo solos.
                        Ya estábamos muy cerca.

VI

Dime que es lo primero
que pasa por tu mente
cuando cierras los ojos.
Una cara, los labios, la mirada?
Su música al hablar, sus curvas,
sus abrazos, el sonoro ruido de sus pasos.
Que pasa por tu mente
en un primer momento
sin la luz de la lámpara,
pero el tu iluminado?
Lograste encenderla?
A tu ella, a él,
a ambos iluminados e inocentes?
Que piensan tus ojos
cuando sus manos te mencionan y emocionan?
Cuál es la reacción de tu cuerpo
ante esa mirada cálida
que en un mínimo parpadeo
llega al alma

y se hace un bollito acurrucado?

V

A veces,
en el insomnio,
creo escuchar tu
respiración
sentir tu olor.
Giro en la
almohada y
tus manos, tus ojos
tu boca.
Estas aquí?
Te extraño
A veces
               casi siempre

sábado, 12 de septiembre de 2015

El mar por delante

Hace treinta años, para llegar a él debíamos atravesar médanos que nos parecían interminables; con los chicos, en los veranos, la prenda era correr hasta la cima cuando alguno se mandaba una boludez de esas insalvables.

¡Ni en sueños ibas a poder ver el mar desde la calle 1!

Escuchá: el agua le declara su amor a la arena en cada ola…
Hace muchos años que lo veo desde la casa, ¡Cada vez que abro la ventana me dan ganas de salir corriendo! Y por las noches lo escucho suspirar suavecito, en la playa. Se acerca como tomando confianza, se hace amigo de los pescadores que colocan los trasmallos y las redes pero, a veces, se enfurece y nos recuerda su dolor… extiende los brazos como látigos tratando de aferrarse... Quizás, detenerse en un lugar que ya no está…
¿Por qué el mar? 
Porque nos hicimos amigos, porque nos ayudó a llegar a la playa ese verano que entramos con Vero y no podíamos salir... Recuerdo que nos hicimos las cancheras pero estábamos muertas de miedo.

Y porque crecimos con él y siento que hay algo que le debo.

Caja de sorpresas


Pasaron más de veinte años para que Clara llegue a la esquina de la 15 y 78 y cruce la modestísima cerca, la casa parecía estaqueada a los costados para que no se abriera cual caja de sorpresas.
Caja de sorpresas, eso pensaba Clara;  cada vez que escuchaba el crujir de alguna madera su mente llegaba en forma instantánea a esa casa. Desde chica daban vuelta en su imaginación cientos de historias sobre ella: ánimas en el jardín, pasos quejándose en la planta alta... El caso es que la primitiva casilla estaba abandonada desde siempre.
Aunque los vecinos más antiguos del lugar juraban que allí fallecieron en un incendio una mujer y su hijita de seis años, el lugar no parecía haber sufrido el castigo de las llamas en algún momento de su historia.


Ahí estaba Clara en el jardín temido, pero no vio ningún fantasma. Abrió la puerta y paso como si la estuvieran esperando, la suciedad del abandono se parecía al hollín que deja el fuego, adentro estaba tan oscuro y frío.  Las maderas del techo crujieron, eso era cierto. Su piel ardía como de haber tomado mucho sol, subió las escaleras sonriendo.

Las medias son para las patas




Tanto había sido el sacrificio…tantas horas dedicadas a ordenar, cocinar, atender.  La Nueva Italia ya era “la” fábrica de pastas de la estación Temperley cuando ellos se casaron. El, había heredado el lugar de su padre y junto a su mamá y a su flamante esposa llevaban adelante el negocio familiar.

Tan bien les iba que decidieron ofrecerle a su empleado ser socio y por supuesto, éste acepto. Además de socios habían entablado una hermosa amistad: dos matrimonios jóvenes, con bebes y toda la vida para disfrutar y crecer comercialmente.

Aquella madrugada Tito se levantó como siempre  para comenzar a trabajar, solo que esta vez, aún con las persianas bajas y la puerta bien cerrada, faltaban las dos máquinas principales, la Estanciera con la que entregaban sus pastas a los restaurantes y despensas más importantes de la zona y toda la mercadería que pudo entrar en ella; sobraban el asombro, la desilusión y las facturas firmadas para pagar esa semana. 

A su buen amigo y socio no lo pudieron encontrar, “habían viajado de urgencia” dijeron los vecinos. 

La Nueva Italia, en pleno auge,  bajo para siempre sus persianas. Ya lo decía mi madre: “Las medias, son solo para las patas” 

IV


Como Abril, Agosto o un martes
en otoño, riendonos o no
encontrarnos tenía que ver con esas cosas
con todas esas cosas
Abril, Martes, Otoño y Reir

III


Sabes con que estoy escribiendo este poema?
con la tinta que nuestro amor dejo
que aunque parezca gastada en apariencia
mira como sigue escribiendo nuestro amor.

II


Ese beso que te di en la cicatriz
la que trataste de borrar
sellándola con la gotita
y yo la vi.

Ese beso es por mirarte más allá
es por la herida que no queres mostrar
y yo la vi.

jueves, 10 de septiembre de 2015

I


Lo lleva guardado en la palma de su mano
lo llama en la letra de su nombre
lo esconde, mensaje en la botella
y por fin llega ella y se disfrutan.