miércoles, 4 de julio de 2018


El mismo cielo


Después de más de un mes de lluvias por fin salió el sol y el cielo volvió a mostrar su cara. Fabián aprovecho, tempranito destendió la cama y lavó las sábanas. Había bajado la temperatura y él respiraba hondo en la terraza el aire era fresco y limpio como hacía rato no pasaba.
Agarró una sábana y la extendió en la soga, celeste y plena, parecida al cielo sonrió Fabián en su pensamiento y agarró después la otra y la colgó bien estirada y en medio de ambas tendió la funda blanca y todo bailaba libre al viento de la mano de una soga tensa mientras él daba unos pasos atrás con los ojos cerrados.
Abrió los ojos y la vio flameante frente a él, no había vuelto a sentir esa brisa en su cara; el frío llegaba a los huesos, no le importaba, un calor eterno de soberanía lo sostenía. Volvió a cerrar los ojos, se estremeció entre gritos, estallidos y explosiones. Se volvió a estremecer con el calambre de su estómago vacío. Corrió y siguió corriendo nunca supo cuánto tiempo, hasta que se hizo de noche y todo fue calor y oscuridad.
No se animó a mirar a su alrededor, el cielo ardía. No se animó a mirar, no habló hasta que le preguntaron algo. No entiendo dijo. Paso un tiempo sin tiempo y al despertar había sabanas en su cama, comida en el plato y vendas en la pierna herida. Se apretó el pecho mirando desconfiado alrededor. Suspiró.
Ahora una brisa parecida acariciaba su rostro en la terraza. Era junio otra vez, como el día que bajaron del tren en Retiro. Fabián mira sus sabanas tendidas parecidas al cielo, suspira, todavía siente un calor de soberanía en su pecho.


                                                                                                          

domingo, 21 de mayo de 2017

Séptimo “D” 

Decidió mudarse a la calle Lima 1600 y, a pesar de los cortes de luz que sufre la ciudad en verano, eligió el séptimo piso. Pocas cosas acompañaron su traslado. Diríamos que las necesarias. La zona, muy estrepitosa, en cada momento del día cambiaba su música; esa constante era uno de los principales motivos de semejante elección.
Había pedido los veintiocho días de vacaciones en el ministerio más dos de mudanza y, para que no le pongan cara de pocos amigos se anticipó contando que, además de cambiar de casa se iría de viaje unos días.
Una vez en el séptimo "D" dispuso los cuatro muebles como una brújula, después se acercó al balcón francés a escuchar, pero su curiosidad pudo más y abrió la caja de madera negra que había acomodado en el sur del único ambiente que tenía el departamento.
Lo pensó dos veces, como si quisiera generar intriga. La cerró y volvió la ventana. En pocos minutos su oído se acomodaba y lograba distinguir el sonido de los colectivos (el balcón daba justo frente a la plazoleta de la calle Centenario en Constitución), el canto de algunos pájaros y el murmullo de cientos de personas que hablaban allá abajo.
Afinó su mirada, se concentró en el señor con ropa de trabajo que estaba en la parada del 39. Pasó casi un cuarto de hora y el hombre seguía ahí, esperaba a alguien?. En el ínterin de esos minutos calentó agua en la pava eléctrica y se cebó unos mates.
Cambió, ahora observaba hacia la calle Brasil y allí, entre la olla popular alzada al pie del Paseo de Compras, los hijos de la protesta charlaban con dominicanas y senegaleses. Parecían entenderse perfectamente. Algunos esbozaban sonrisas francas.
Sin dudarlo volvió a la caja negra. Sobre la pared oeste había apoyado el espejo de dos metros de alto y, al pasar frente a él, se detuvo. Hacía casi veinticuatro horas que no se acostaba, ni se había duchado aún, ni había comido. Miró sus pies reflejados, descalzos, polvorientos. Sus rodillas percudidas pero sobre una piel de seda, brillante. Tenía puesto un short corto (muy) ajustado, atando la curva de su cintura el nudo de la remera amarilla floreada parecía una hernia de ombligo. Sonrió, le causó gracia pensarlo. No llevaba puesto sostén, se acomodó lo pechos con sus manos sin levantar la mirada todavía. Recordó que iba a buscar el telescopio a la caja negra.
Levantó la vista para encontrarse; sentía el cansancio en sus piernas, en las manos. Lo buscó también en su rostro donde seguro lo encontraría.
Tenía el pelo recogido con una bandita elástica; también tenía mucho por hacer: tomar nota de cada una de las personas que le interesaba salvar, pasar en limpio la presentación, armar y asistir a las reuniones  necesarias, lograr llegar a quien sea para que todos puedan tener la oportunidad que tuvo ella. Y afeitarse, porque dos días es mucho en un cuerpo cargado de testosterona, y para una secretaria con tan buena presencia, la barba no es un toque de distinción.




domingo, 31 de julio de 2016

la sal a mi boca



Irreverente,
con qué transgresora
fuerza te presentas
traes a mis manos
las formas más bellas
silbas, ruges
                  y te escapas


Te vas en la caricia de un momento
en la burbuja que dejas
en el respiro,
en un desliz suave
como agua de seda.

                       Y regresas
una vez más tus dedos a mi piel
y traes la vida y la sal a mi boca
                      Y me traes la paz
y te abandono
y vuelvo
como vos haces

Qué mentiras dirás a las sirenas?
Qué promesas de barcas por comer!
Qué misterio flota en lo profundo?
Con qué amor Alfonsina se aferró a tu piel!

lunes, 16 de mayo de 2016

Chemical lovers




Clases de química en ingles y yo
llorando y vos
que no entendiste la pregunta.

Ese andar a tientas ese andar
tempting me 
flotando
liviano como el humo
que desprenden tus labios y tus dedos,
liviano
 como afecto pasajero
de tan liviano nada
o casi nada.

Y yo que no quería la respuesta.

viernes, 29 de enero de 2016

XIV - poema adolescente -



A cuenta de tu amor
me voy gastando los días
Mucho mas no me interesa
Por mucho menos mi vida.

A cuenta gotas de amor 
apareces y aparezco
Un día si, un día no
Este amor es un misterio.

Sabrán la luna y el sol 
que vieron lo que no vieron?
Si no puedo convencerlos
debemos correr el riesgo

Que se lo cuenten al mundo!
el nuestro es amor eterno.

XIII


Camina.
Respira.
La noche llega 
                 siempre
con maquillaje  
                 corrido.
Aguanta.
Suspira.
Los besos que 
            no se dieron
Continúan guardados
en las bocas.
Muerdete los labios.
Sacude tu pelo.
Volverá por ti un día
¡Sí!
Llora a bocanadas
que nadie detenga
tu prisa al llorar
las lagrimas secan
                    dolores
que el amor salpica.
Extingue de nuevo
el cuento
      vuelve a comenzar.

domingo, 24 de enero de 2016

XII

Imaní hamaca a su niña dormida
su cuerpo chocolate le da 
calor de tierra.
Imaní lleva una tiara dorada 
en su crespa cabellera.
sus ojos suspiran libertad
sus palmas blancas
agradecen,
en este rincón tan lejano
y parecido pudo elegir
su trabajo:
Cuidar, ayudar, sanar
Imaní tiene el don de 
la sonrisa franca,
cuida a su niña en el cielo
de su vientre.
Sentada en el tren 
a las seis de la mañana
la arropa y le canta
en su lengua.
todos la miramos
encantados.