En el sobrecito de azúcar leyó "haz de tu lunes otro viernes". Laura sonrió sola en el café de la esquina de su trabajo. Era lunes y era también, justo lo que ella estaba pensando. Quería que fuera viernes porque ese día se habían vuelto a ver después de casi cuatro años, o sin casi.
Sus ojos aún estaban en viernes por la noche; su sonrisa, su pelo, sus manos inquietas, cruzadas en cada foto para no tocarlo, porque las ganas seguían dando vueltas. Nunca se habían resignado al no se puede y jamás lo harían. Esas ganas volaban por el aire del restó como polen que lleva y trae la abeja en sus patitas.
Laura se concentra. Hay que seguir: guardar las alas para que nadie más las note, sonreír con los mensajitos del whatsapp, esperar la suerte de otro viernes en la vida y alguna frase de sobrecito de azúcar que la vuelva a acercar a él.
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